¡Buenos días!
Como ya sabéis esta semana está llena de festejos...
Por una parte, seguro que todos nosotros, o al menos la gran
mayoría, nos hemos disfrazado este fin de semana pasado y hemos salido con
nuestros familiares y amigos a pasarlo bien; mientras que por otra, este
miércoles hemos celebrado el miércoles de ceniza y así el comienzo de la
Cuaresma, pero... ¿estamos seguros que no confundimos ambas fiestas?
En primer lugar, vamos a empezar identificando ambas
celebraciones en las siguientes fotografías:
El Carnaval tiene como probable origen de su celebración las
fiestas paganas como las que se realizaban en honor a Baco, el dios romano del
vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor
del toro Apis en Egipto y su rasgo más característico es la caricaturización: adoptar
diferentes personalidades gracias a máscaras, pelucas, disfraces, narices y
bocas postizas... sin embargo, quizás durante esta celebración nos presentemos
a los demás como realmente somos, sin complejos ni tapujos.
En contraposición, la Cuaresma es el tiempo litúrgico del calendario
cristiano destinado a la preparación espiritual de la fiesta de la Pascua. Se
trata de un tiempo de purificación e iluminación marcado por la compostura y la
devoción que se extiende cuarenta días cuya duración proviene de varias
referencias bíblicas y rememora los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el
desierto mientras se encaminaba hacia la tierra prometida.
Hoy, nos gustaría que reflexionéis durante un breve instante antes
de comenzar la rutina:
¿Durante la celebración de qué fiesta nos enmascaramos y adoptamos
otra personalidad totalmente diferente? ¿Es en la adecuada?
¿Debería existir siquiera alguna adecuada?
¿Es nuestra religiosidad
postiza? Y si lo es, ¿qué razón crees que existe para que lo sea?
¿Crees después de esto que sigue siendo tan fácil distinguir ambas
fiestas?
Buenos Días elaborados por Ana Ibáñez, Daniel de la Cruz y Andrea Adrio (2ºBachillerato)
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