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Viernes 15 de enero - "Venid y veréis"

Vamos a leer el evangelio correspondiente al próximo domingo. Tiene una invitación muy clara e interesante.




Del evangelio de Juan.

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»


Del texto vamos a fijarnos en la invitación clara a dos personas que estaban en búsqueda. Eran dos discípulos de Juan, que querían saber quién era ese. Y Jesús les hace una oferta: "Venid y veréis".

La imagen que acompaña al texto es una adaptación, pero nos puede ayudar a entender. Jesús nos hace una oferta, una oferta a comprender, a conocer, a entender bien el evangelio. Y acercarse a ello nos va a hacer que nuestra vida sea menos gris y esté llena de color. Lo que quiere Jesús para nosotros es que seamos plenamente felices por el camino del Amor, amando, hasta el extremo. La oferta de Jesús está hecha, cada uno elige ir o no.

Buen fin de semana. 

Viernes 21 de septiembre: evangelio del domingo

Veamos lo que dice la lectura del domingo del evangelio de Marcos.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»





Los discípulos no fueron santos de golpe. En realidad, nadie en la historia de la Iglesia ha sido un perfecto cristiano desde el principio de sus días. Don Bosco era un poco bruto, San Francisco de Asís un vividor, San Ignacio de Loyola un militar que buscaba gloria y orgullo, San Pablo perseguía y condenaba a los seguidores de Jesús....

A lo largo del camino, Jesús va enseñando a los discípulos. Como cualquier estudiante en cualquier colegio del mundo, los discípulos no lo entienden todo a la primera. A veces, ni a la segunda. Pero Jesús, el buen maestro, no pierde la calma. Y repite la explicación. Eso es lo que se ve en el Evangelio de hoy. Después de haber hecho tanto camino juntos –ya están cerca del final porque Jesús les está ya anunciando su muerte–, los discípulos discuten entre sí quién es el más importante entre ellos. Se ve que no han entendido nada. No importa. Jesús con toda paciencia repite la explicación: “El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

Hoy nosotros seguimos necesitando escuchar esa lección de vez en cuando. Porque en nuestra vida, en nuestras familias, con nuestros amigos, de vez en cuando hay brotes de violencia, de envidia, hay rencores que no nos dejan vivir en paz y que nos amargan la existencia, hay demasiadas aspiraciones a los primeros puestos, a ser importantes. Hoy nos viene bien que Jesús nos repita la lección: “El que quiera ser el primero...”

Dejamos unos minutos para pensar:
¿Tengo rencores, envidias, conflictos, guardados en mi corazón?
¿Qué consecuencias traen para mi vida personal, para mi familia, para mi comunidad? ¿Buenas o malas?
¿Qué sucedería si siguiese de verdad el consejo de Jesús sobre el servicio?
¿Viviría mejor y más feliz?


Buen viernes y buen fin de semana.



Reflexión extraída de CiudadRedonda.org

Viernes 14 de septiembre:

Vamos a ver la lectura del evangelio de este domingo.

Del evangelio de Marcos:

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»




En la vida hay tiempos y momentos que exigen decisiones serias, que luego deben ser asumidas con todas sus consecuencias. Jesús puso a los apóstoles ante una de esas decisiones en ese diálogo. Les pidió, ni más ni menos, que se definieran ante él. Hoy la pregunta resuena también para nosotros. “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” No es una pregunta ridícula. Pedro da la impresión de que es capaz de responderla casi de golpe. A bote pronto. Pero no es difícil darse cuenta de que su respuesta no tiene mucho peso. En realidad no había entendido nada o casi nada. Cuando Jesús les comienza a explicar lo que significa que él es el Mesías, entonces Pedro se empeña en tratar de disuadirlo. Pero Jesús se desentiende de él y sigue planteando lo que va a ser su vida y la vida de sus seguidores. “El que quiera venirse conmigo...”

Esta llamada a seguirle es difícil de entender en nuestros días, pero la oferta que hace es muy interesante: la felicidad plena.
Tú eliges... ¿Quieres ser plenamente feliz? Jesús te ofrece un camino.

Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; 
pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio 
la salvará.

Podemos comentar en clase lo que nos parece lo que hemos leído.

Viernes 12 de Enero - Evangelio

Vamos a leer el evangelio del Domingo.

Del evangelio de Juan:

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.» Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?» Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» Él les dijo: «Venid y lo veréis.» Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»





Jesús lo dice bien claro: ¿Qué buscáis?

Ahora podemos buscar cualquier cosa facilmente, con Siri, o diciendo "Ok Google" y al instante las respuestas a las preguntas que hacemos. Pero algunas preguntas no tienen respuesta tan sencilla y hay que modificar la búsqueda. Y a muchas preguntas no se encuentra la respuesta en Google. A las preguntas importantes de la existencia no le vamos a encontrar respuesta en las redes. A esas tenemos que responderlas en la vida misma. Jesús nos pregunta: "¿Qué buscáis?" y luego dice ante la respuesta de los discípulos una invitación tremenda: "Venid y veréis"

Esta invitación sigue resonando hoy. Jesús nos pregunta que buscamos y nos invita a seguirle para responder a esas preguntas que no encontramos respuesta habitualmente. Seguir a Jesús para encontrar el sentido a la vida.

La invitación está hecha: "Venid y veréis".

¿Te atreves?
¿Tienes miedo a encontrar algo que no te guste?
¿Te da pereza ser feliz?

Respóndete a ti mismo, y si tienes miedo o dudas, reza.


Buen fin de semana.