Terminamos la semana con el Evangelio del domingo, es muy bonito y profundo, escucharlo con atención.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes"
Cuando los discípulos le encuentran – todos le buscan - escuchan de sus labios lo que podríamos llamar el ideal misionero de Jesús: “vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.” El sueño de Jesús es estar siempre en salida. Lo que nos recuerda a menudo el Papa Francisco, ir al encuentro de todos los necesitados. Jesús se dedicó a viajar por muchos lugares. Nosotros, quizá, no podemos estar tan libres para la misión. Pero sí podemos imitar a Jesús en la oración, en la dedicación a los demás, con nuestro tiempo o nuestras capacidades, sanando heridas o soledades, en mayor o menor medida, y en la preocupación por el desarrollo del Reino de Dios. Que se note que somos creyentes. Cada día.
Feliz fin de semana que seamos testigos de esperanza.
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