Si podemos ser luz para otros, y si eso nos puede hacer felices, es porque cada uno de nosotros, en lo más profundo, es luz. Lo importante es no apagarla, y no ocultarla... Esta canción nos insiste en ello. Fíjate en la letra...
Oscuridad se despide hoy ya viene el sol(sol, sol)
Clarito de luna va casi sin voz, (sol sol)
una llamita que quemara no se apagara (sol,sol)
Me guiña el ojo, me dice vien y yo alla voy
somos luz, somos luz, somos... ( la oscuridad se despide hoy)
somos luz, somos luz, somos... (somos luz...)
somos luz, somos luz, somos... (y ahi en el sol)
somos luz, somos luz, somos... (somos oye)
La claridad me dice ya voy. La sombra me mató mi voz, sin ella estoy muda, se enfria, se enfria, se enfria el calor
Necesito el sol para cantar, necesito el sol para cantar, me dice ven
Somos luz, somos luz, somos... (la oscuridad se despide hoy)
somos luz, somos, luz, somos... (somos luz)
somos luz, somos luz, somos... (aki en el sol)
somos luz,somos luz,somos somos oye
Se despide hoy, se despide hoy como la Luz no pienses tomalalala y vences, tomala y vences (x2)
tomalalaaa tomalalaa la luz, tomalalalala tu luz
somos luz, somos luz, somos... (somos luz)
somos luz, somos luz, somos...
somos luz, somos luz, somos...
Para terminar la semana, una historia que nos invita a mirar la luz que hay en los demás...
Había una vez un niño pequeño que quería conocer a Dios. Sabía que había
que hacer un largo viaje hasta donde Dios vivía, por lo que preparó una
mochila con panecillos y un puñado de zumos de fruta y emprendió ilusionado
el camino.
Cuando había recorrido casi tres manzanas, se encontró con una viejecita
que estaba sentada en el parque observando las palomas. El niño se sentó
junto a ella y abrió su mochila. Estaba a punto de beberse un zumo, cuando
se dio cuenta de que la viejecita parecía hambrienta. Entonces le ofreció un
panecillo. Ella lo aceptó muy agradecida. Su sonrisa era tan bella que el
niño quiso verla otra vez. Le ofreció entonces un zumo. Y de nuevo ella
volvió a mostrar su hermosa sonrisa. El niño estaba encantado.
Ambos se quedaron allí toda la tarde comiendo y sonriendo, pero
ninguno de los dos dijo palabra alguna.
Cuando empezó a oscurecer, el niño estaba cansado y se levantó para
irse a su casa. Antes de haber dado unos pocos pasos, se dio la
vuelta, corrió hacia la viejecita y le dio un abrazo. Ella le obsequió con
su mayor y más hermosa sonrisa.
Cuando el niño abrió la puerta de su casa, su madre, sorprendida por
la felicidad que mostraba, le preguntó por la causa. Él le contestó:
- He comido con Dios. ¿Y sabes qué? ¡Ella tiene la más hermosa
sonrisa que he visto en mi vida!.
Mientras tanto, la viejecita, también muy feliz, regresó a su casa. Su
hijo, asombrado por la paz que irradiaba su rostro, le preguntó:
- Madre, ¿qué hiciste hoy que te ha hecho tan feliz?
Ella contestó:
-Comí panecillos en el parque con Dios. ¿Y sabes qué? Es más
joven de lo que esperaba…
María, Auxiliadora de los cristianos...
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