Los cristianos no debemos tener miedo, porque Jesucristo está continuamente con nosotros. ¿Por qué tener miedo?; ¿de qué o de quién tener miedo? Jesucristo es el Señor, el Señor de los señores. La fe en Jesús, cuando es verdadera, libra de todos nuestros miedos y de nuestra vergüenza.
Lo comprobamos al abrir la Biblia, que es Palabra de Dios. Los Salmos invitan a tener confianza en Dios:
“El Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan” (Sal 23).
“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar?... Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo” (Sal 27).
Jesús nos ofrece esa confianza:
“No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí” (Jn 14,1).
“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino” (Lc 12,32).
San Pablo confirma que nada nos puede apartar de Dios:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza». Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado” (Rom 8,35-37).
No debemos tener miedo a luchar contra las dificultades, no debemos tener miedo ante las adversidades, no debemos tener miedo a construir un mundo mejor y más justo para todos.
Rezamos juntos esta oración:
Levanto el corazón a ti, Señor:
Ayúdame a lanzarme, hazme valiente.
Muéveme con tu impulso a donde quieras,
Inventa los caminos de mi vida.
Sé que Tú me guiarás, y eso me basta.
Incluso con mis dudas y mis miedos,
Oyendo tu llamada, daré el salto:
No importa nada más, si vas conmigo.
Tu alegría, Señor, será mi fuerza,
Evangelio que es luz para los pobres.
Envíame a anunciar esta Noticia,
Sembrando la ternura y la esperanza
Por las mil periferias de este mundo.
En tu misión confío, porque es tuya.
Renueva esta ilusión de darme a todos,
Amándote en quien sufre, en mis hermanos
María Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros.
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