En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?»Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.»Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta cara y esta inscripción?»Le respondieron: «Del César.»Entonces les replicó: «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»Mateo (22,15-21)
Una lectura controvertida en que los fariseos querían comprometer a Jesús para forzarle a opinar. Pero Jesús se centra en lo importante. Jesús se aleja de las discusiones mundanas, si hay algo mundano, para lo mundano, pero lo importante, lo profundo, lo espiritual, lo trascendente... eso es de Dios.
A veces nos preocupamos por lo mundano, por lo material, por lo tangible, y nos olvidamos de la profundidad de nuestras vidas. De lo realmente importante, y ahí no lo acercamos a Dios. Lo material a lo material, al César lo del César, pero ¿qué reservamos para Dios? ¿valoras lo realmente importante de tu ser?
Piensa durante el día en qué es realmente lo importante y trascendente, y el caso que le haces, y qué es lo material que se pierde y la importancia que le das.
Buen fin de semana.
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