A medida que los suministros mundiales de agua dulce disminuyen, aparece un nuevo problema: la mercantilización del agua. A medida que aumenta la escasez de agua, los inversores han comenzado a considerar el agua como el próximo gran producto. Goldman Sachs ha afirmado que el agua será el "petróleo del futuro". Sin embargo, si el agua termina siendo el próximo gran producto a comprar, una parte determinada y vulnerable de la población mundial será excluida al no poder comprarla. ¿Podemos poner un coste a algo que es imprescindible para la existencia?
En Laudato Si, el Papa Francisco dice:
“el acceso al agua potable es un derecho humano básico y universal, ya que es esencial para la supervivencia humana y, como tal, es una condición para el ejercicio de otros derechos humanos” [LS30].
Lavarse las manos es esencial para contener la propagación de COVID-19 y muchas otras enfermedades infecciosas. Por desgracia, casi tres mil millones de personas en el mundo no tienen cómo lavarse las manos contra el coronavirus.
Nosotros no tenemos problemas de acceso al agua, pero en otros países sí. Pero el agua no es un recurso infinito para todos. Nosotros somos tremendamente afortunados porque abrimos el grifo y tenemos agua, sana y barata. No en todas partes es así.
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Buena semana.
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