¡Buenos
días!
Seguimos reflexionando sobre lo que dice la encíclica del
Papa:
“Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como
estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que
nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas,
nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha
recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones
ciudadanas que ayudaron a la concientización. Lamentablemente, muchos esfuerzos
para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no
sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de
los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los
creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación
cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una
solidaridad universal nueva. Como dijeron los Obispos de Sudáfrica, «se
necesitan los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado por el abuso humano a
la creación de Dios». Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el
cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus
iniciativas y sus capacidades”.
Todos somos luz y podemos dar luz
a los problemas de nuestro mundo.
Podemos reflexionar sobre lo que
hemos leído y sobre lo que nos propone hacer, ¿qué puedo hacer yo para mejorar
el mundo? Dejamos dos minutos para la reflexión personal.
Os invito, ahora, a una lluvia de propuestas sobre lo que
podríamos empezar a hacer que, de momento, no estamos haciendo para que nuestro
mundo cambie: ¿Y tú qué propones?
¡María auxiliadora de los cristianos…!
Buenos días elaborados por Ignacio Rivas
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