Hoy
os propongo que escuchéis un breve pasaje de la vida de Don Bosco en el que el
tema de la amistad se pone claramente de manifiesto. Escucha atentamente:
padre,
acababan de perder también a su mamá. Al volver del entierro habían encontrado
las puertas de su casa con un candado muy grande. El dueño, para cobrar las deudas
contraídas por la mamá en su última enfermedad, había procedido a embargarle
todo, dejando a los pequeños en la calle.
Don
Bosco los tomó de la mano y los llevó consigo. Carlos se quedó en el Oratorio y
a la pequeña le buscó un sitio en las monjas.
Corrieron
los años. En 1852, Carlos vistió la sotana de Don Bosco, pero no pudo continuar
sus estudios de seminarista porque cayó enfermo. Sin embargo, pudo aprender el
oficio de encuadernador de libros. En 1856 se casó y, desde entonces, casi
todos los días iba al Oratorio chorreando alegría por todos sus poros. Era un
hombre sin penas.
Una
mañana, alguien dio la noticia de que habían llevado a Don Bosco a la cárcel, y
se presentó en el Oratorio llorando y gritando como un chiquillo: ¿Dónde, dónde
está Don Bosco? El santo que acababa de decir misa, salía en esos momentos de
la capilla. Al toparse con él, Carlos creyó que se trataba de una visión, pero
al punto corrió a sus brazos deshecho en llanto y feliz de encontrar a su
amigo.
Con
motivo de una fiesta le llevó a Don Bosco un obsequio: unos libros preciosos
encuadernados con elegancia y con una dedicatoria aún más preciosa: «para que después
de haberte encuadernado tantos libros, quede también encuadernado contigo en el
libro de la vida»
Un
ejemplo de amistad para imitar la de Carlos con Don Bosco. Que la Auxiliadora
nos ayude a crecer en amistad., es el camino que nos llevará al Amor.
Dios
te Salve María...
María Auxialiadora...
De la Semana Vocacional de la CIEP (FMA)
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