¿TIEMPOS
DIFÍCILES?....¡Tiempos de hacer el bien!
D. Bosco es un santo, se cuentan de él incluso algunos milagros; pero
D. Bosco es un hombre con un ideal y un proyecto claro.
En el año 1848 D. Bosco trataba por todos los medios de dar estabilidad
a la obra emprendida en Valdocco y buscaba maneras nuevas de acompañar a sus
muchachos y ayudarles a crecer y madurar como personas y como cristianos. Sin
embargo el día a día no estaba exento de dificultades que hacían muy duro el
camino, pero es valiente y no se rinde
ante ningún obstáculo.
Fijaos lo que aconteció un día. Nos lo cuenta él mismo en las Memorias
del Oratorio:
Había muchachos que congregándose en varios puntos de la ciudad, en las
calles y en las plazas, consideraban lícito cualquier ultraje al sacerdote o a
la religión. Yo mismo fui agredido varias veces en casa y en la calle. Cierto
día mientras enseñaba el catecismo, entró una bala de fusil por la ventana; me
perforó la sotana, entre el brazo y las costillas, y abrió un gran agujero en
la pared. En otra ocasión, un sujeto bastante conocido, a pleno día y
encontrándome en medio de un grupo de niños, me agredió con un largo cuchillo
en la mano… Resultaba, pues muy difícil
dominar a tan desenfrenada juventud.
D. Bosco con gran tenacidad y optimismo fue capaz de
plantarle cara a la desolación y ponerse manos a la obra. Ofreció a los jóvenes
un hogar, una familia, talleres,
escuela, contratos de trabajo y la propuesta de CREER EN JESÚS… En ese mismo
año escogió a un buen grupo y les ofreció la posibilidad de vivir una
experiencia de Ejercicios Espirituales… y la experiencia resultó tan bien que a partir de entonces se repitió cada
año. Y de aquel puñado de jóvenes surgieron los primeros colaboradores que
hicieron llegar año tras año hasta nosotros este sueño de D. Bosco de hacer de
los jóvenes “BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS”-
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