Vivimos cada vez más conectados. Las nuevas tecnologías, internet y las redes sociales se han puesto manos a la obra para que nos podamos comunicar los unos con los otros en cualquier momento del día y desde cualquier dispositivo en cualquier parte del mundo. Entonces, ¿por qué algo que debería hacer que nos sintiéramos cada vez más conectados nos separa cada vez más?
Nos guiamos por la inmediatez. Acabamos una frase y ya estamos pensando en lo próximo que vamos a decir, sin detenernos un minuto siquiera a escuchar a la persona que tenemos delante.
Se ha perdido la frontera entre el espacio privado y el espacio social. Atendemos conversaciones de Whatsapp mientras tenemos a una persona delante de nuestras narices esperando una respuesta.
El problema es que en nuestra sociedad estar solo está mal visto, pero tampoco sabemos centrarnos al 100% en una conversación sin estar pensando en otras cosas, y al final, nos acabamos quedando a medio camino.
Vivimos permanentemente conectados, pero cada vez nos cuesta más atender a una única cosa sin perdernos en nuestros pensamientos o empezar otra acción, hecho que acaba repercutiendo en la calidad de la comunicación.
Porque la comunicación no existe si no es recíproca. Las redes sociales no sirven de nada si no interactúas con los demás. Si solo hablas para vender y no para escuchar.
Tal vez por eso muchas empresas fallan a la hora de comunicar en redes sociales, porque saturan su timeline con mensajes y publicaciones de su propia empresa sin pararse a escuchar a sus usuarios.
Así que tal vez hoy sea un buen día para apretar un poco el freno y empezar a pensar en lo que tenemos alrededor nuestro. Para empezar a escuchar y disfrutar de aquellas pequeñas cosas que hacen que la vida merezca la pena.
-¿Te sientes reflejado en lo que está expuesto?
-¿Conoces a alguien que sea así?
-¿Qué puedes hacer al respecto?
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