Vamos a leer el evangelio de este domingo:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Mateo 24,37-44
A Mateo, que escribió este texto, le preocupa la repentina venida de Cristo en el mundo, que coge a los hombres desprevenidos. Hace 2000 años, cuando los primeros cristianos tenían gran conciencia de la venida inminente de Cristo, encajaba con toda normalidad este lenguaje apocalíptico. Hoy, nuestra sensibilidad es muy diferente y no nos dice gran cosa. Ahora, al hombre moderno hay que hablarle en su lenguaje:
“Tu vida es demasiado preciosa para malgastarla. Vive en la solidaridad, en la justicia, y alivia el dolor del mundo, en lo que puedas. Te sentirás feliz y realizado. Los que te conozcan te bendecirán. Si eres cristiano, ahí tienes a Jesús de Nazaret, como modelo de plenitud humana, comprometido con el hombre hasta la muerte”.
Comienza el Adviento, comienza un tiempo de Esperanza, que vivamos este tiempo con espíritu de crecimiento, y que nos fijemos en Jesús, como luz, que nos ayude a crecer.
Le pedimos a María, Madre de la Esperanza que nos acompañe en nuestro camino.
Dios te salve María,...
María, Madre de la Esperanza...
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