Jueves 9 de mayo de 2024.

 

Hoy seguimos recordando a mujeres importantes. En este caso son mujeres anónimas -desconocemos sus nombres- pero sabemos que han realizado pequeños gestos importantes para esta sociedad.

Recordamos a una madre de Sudamérica.

En el 2012 la explosión de una bomba puesta por los guerrilleros me destrozó una pierna. La metralla me provocó decenas de heridas en el cuerpo. De aquel momento recuerdo los gritos de la gente y la sangre por todas partes. Pero lo que más me aterrorizó fue ver a mi hija de siete meses, cubierta de sangre, con muchos trozos de vidrio incrustados en su carita. [...]Yo, víctima de esa violencia insensata, al principio experimenté rabia y resentimiento, pero después descubrí que si difundía odio creaba aún más violencia. Comprendí que dentro de mí y a mi alrededor había heridas más profundas que las del cuerpo. Comprendí que muchas víctimas necesitaban descubrir, tal y como lo hice yo, y a través de mí, que tampoco para ellos esto había terminado y que no se puede vivir de resentimiento. De este modo empecé a ayudarles: estudié para enseñar a prevenir los accidentes causados por los millones de minas diseminadas en nuestro territorio. Agradezco a Jesús y a su Madre por haber descubierto que enjugar las lágrimas de los demás no es tiempo perdido, sino la mejor medicina para curarse a uno mismo.

Una madre de Asia Occidental nos habla de sus recuerdos.

“El 6 de agosto de 2014 la ciudad fue despertada por las bombas. Los terroristas estaban en las puertas. Tres semanas antes habían invadido las ciudades y las aldeas vecinas, tratándolas con crueldad. Por eso huimos, pero pocos días después regresamos a casa. Una mañana, mientras estábamos atareados y los niños jugaban delante de las casas, resonó en el aire un proyectil de mortero. Salí corriendo. Ya no se sentían las voces de los niños, pero aumentaban los gritos de los adultos. Mi hijo, su primo y una joven vecina, que se estaba preparando para el matrimonio, habían sido alcanzados; estaban muertos. La muerte de estos tres ángeles nos impulsó a escapar. Si no hubiese sido por ellos, permaneciendo en la ciudad habríamos caído inevitablemente en las manos de los terroristas. No es fácil aceptar esta realidad. Con todo, la fe me ayuda a esperar, porque me recuerda que los muertos están en los brazos de Jesús. Y nosotros, que sobrevivimos, intentamos perdonar al agresor, porque Jesús perdonó a sus verdugos”.

¡Qué gran valor nos muestra esta madre! En esta madre escuchamos el eco de las palabras de Jesús: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

Nos habla de muerte, de esperanza, de valor y fundamentalmente de perdónEn esta sociedad tan cargada de violencia, de agresividad y de rencor nos encontramos a una mujer, una madre que habla de perdonar al agresor, porque Jesús perdonó a sus verdugos. Con su ejemplo nos muestra que el amor es más fuerte que todo.

Gracias a estas y a otras muchas mujeres que, con su ejemplo, nos hablan de lo importante que es el PERDÓN y el AMOR.

Gracias, Señor Jesús, por la luz que has encendido en nuestras noches y, reconciliando toda división, nos ha hecho a todos hermanos, hijos del mismo Padre que está en los cielos.

María, Auxilio de los cristianos. RUEGA POR NOSOTROS.


Buenos días realizados por Cristina Mencía. 

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