Viernes. 11 de febrero. La felicidad.

Vamos a ver qué dice la lectura del domingo. Este domingo es la Jornada Nacional de Manos Unidas, la ONG de la Iglesia para la Cooperación Internacional.

 

Del evangelio de Lucas

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. 
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»




El hombre ha sentido siempre una gran nostalgia de felicidad. También hoy. Existen indicadores que nos hablan de un «malestar», de que somos pocos felices: Hay más de 50 (nuevas) terapias enfocadas en el bienestar emocional, psicológico, mental... libros de autoayuda, un creciente consumo de psicofármacos. 2020 ha sido el de más suicidios en la historia de España: Cada día se quitan la vida 11 personas: una cada 2 horas y cuarto. Con particular incidencia en los menores de 30 años. Algo no va bien en nuestra sociedad.

Muchos se han creído que lo decisivo para ser feliz es «tener dinero», porque nos abriría todas las puertas. Por lo tanto, trabajar para tener dinero. Tener dinero para comprar cosas o alcanzar algunos planes y proyectos. Poseer cosas, acumular experiencias para adquirir una posición y ser algo/alguien en la sociedad. Como si la felicidad consistiera en «vivir mejor». Aunque luego comprobamos que no es verdad, pero no cambiamos.

El bienestar, la seguridad, el éxito, la satisfacción de placeres, la buena imagen, el dinero, el poder, los viajes... son todo ocasiones de girar en torno a uno mismo. Incluso llegamos a mentir, defraudar, destrozarnos unos a otros para conseguir lo que creemos «necesario», traicionando los mejores valores.

Nuestra civilización de la abundancia nos ha ofrecido medios de vida pero no razones para vivir, para trabajar, luchar, gozar, sufrir y esperar. Hay poca gente feliz. Hemos aprendido muchas cosas, pero no sabemos ser felices. O quizás nos da miedo serlo.

Y, ¿si Jesús tuviera razón?¿No tendremos que imaginar una sociedad diferente, cuyo ideal no sea un consumismo que nos están consumiendo a todos y lo consume todo... sino la satisfacción de las necesidades vitales de todos? ¿No seremos más felices cuando aprendamos a necesitar menos y a compartir más?

Jesús pretende que todos los hombres - y de manera especial los que nos llamamos discípulos suyos- vivamos de una manera nueva y provocativa, alternativa, modelada por valores diferentes: compasión, defensa de los últimos, servicio a los desvalidos, acogida incondicional, lucha por la dignidad de todo ser humano.

Piensa ahora un par de minutos
¿Y tú? ¿qué camino eliges? ¿seguir en el modelo de "infelicidad" que nos lleva la sociedad? ¿o el camino de Jesús?





Comentario al evangelio extraído de ciudadredonda.org


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