Martes 18 de marzo. La poesía y la fe.

 

Buenos días , 

Estamos en la segunda semana de Cuaresma y el viernes celebraremos dos acontecimientos: el día mundial de la poesía y el día mundial del síndrome de Down. Hoy hablaremos de la transcendencia que tiene la poesía en la experiencia de fe del creyente, y mañana, de la misión que tiene la poesía mística en la transformación de la vida cultural de nuestro tiempo.

 

Visualizamos el siguiente vídeo: 

 

Y recitamos todos juntos el poema de San Juan de la Cruz: 

 ¡Oh llama de amor viva                                                                                                            

que tiernamente hieres

de mi alma el más profundo centro,

pues ya no eres esquiva,

acaba ya, si quieres;

rompe la tela de este dulcen encuentro!

 

¡Oh cauterio suave!

¡Oh regalada llaga!

¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!

que a vida eterna sabe

y toda deuda paga;

matando, muerte en vida la has trocado!

¡Oh lámparas de fuego

en cuyos resplandores

las profundas cavernas del sentido,

que estaba oscuro y ciego,

con extraños primores

calor y luz dan junto a su querido!

 

¡Cuan manso y amoroso

recuerdas en mi seno

donde secretamente solo moras

y en tu aspirar sabroso

de bien y gloria lleno

cuán delicadamente me enamoras!

 

¿Hermoso verdad?

San Juan de la Cruz escribió este poema entre 1577 y 1591, en él expresó la experiencia del amor divino en un tono apasionado y místico: el amor divino es un fuego purificador donde el alma desaparece uniéndose completamente a Dios. La llama de amor viva es una celebración de la plenitud alcanzada, donde el amor divino se experimenta como una llama transformadora que otorga al alma la plenitud y la paz absoluta.

 

Esta poesía es un ejemplo de profundidad y belleza en la oración del creyente, invitándonos a buscar a Dios con todo nuestro ser para tener una relación íntima con Él. El místico expresa esta unión de amor con imágenes ígneas, ayudándonos a entender que la vida espiritual es un proceso de transformación y plenitud máxima.

 

La belleza de esta poesía ayuda a que la oración no sea solo racional, sino también afectiva y simbólica. Sus imágenes enriquecen la meditación y la contemplación, permitiendo que el alma se exprese más allá de las palabras, abriéndose al misterio divino.

 

- ¿En nuestro mundo acelerado de ruido constante y satisfacciones inmediatas, somos conscientes de la importancia que tiene para nuestra salud espiritual y física, el silencio y la conexión con nuestra interioridad?

- ¿Oramos o meditamos todos los días? ¿Cómo lo hacemos? ¿Ponemos toda la pasión y la atención requerida?

- Muchas veces nos olvidamos de que nadie puede dar lo que no tiene: ¿Nos sentimos amados incondicionalmente por Dios? ¿Tenemos paz y nos sabemos acompañados por Dios en las dificultades de nuestra vida cotidiana?

 

María Auxiliadora, ruega por nosotros.                                             

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