Buenos días ,
Estamos en la segunda semana de Cuaresma y
el viernes celebraremos dos acontecimientos: el día mundial de la poesía y el
día mundial del síndrome de Down. Hoy hablaremos de la transcendencia que tiene
la poesía en la experiencia de fe del creyente, y mañana, de la misión que
tiene la poesía mística en la transformación de la vida cultural de nuestro
tiempo.
Visualizamos el siguiente vídeo:
Y recitamos
todos juntos el poema de San Juan de la Cruz:
que tiernamente hieres
de mi alma el más profundo centro,
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulcen encuentro!
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado!
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuan manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!
¿Hermoso verdad?
San Juan de la Cruz escribió este poema entre 1577 y
1591, en él expresó la experiencia del amor divino en un tono apasionado y
místico: el amor divino es un fuego purificador donde el alma desaparece
uniéndose completamente a Dios. La llama de amor viva es una
celebración de la plenitud alcanzada, donde el amor divino se experimenta como
una llama transformadora que otorga al alma la plenitud y la paz absoluta.
Esta poesía es un ejemplo de profundidad y belleza en
la oración del creyente, invitándonos a buscar a Dios con todo nuestro ser para
tener una relación íntima con Él. El místico expresa esta unión de amor con
imágenes ígneas, ayudándonos a entender que la vida espiritual es un proceso de
transformación y plenitud máxima.
La belleza de esta poesía ayuda a que la oración no
sea solo racional, sino también afectiva y simbólica. Sus imágenes enriquecen
la meditación y la contemplación, permitiendo que el alma se exprese más allá
de las palabras, abriéndose al misterio divino.
- ¿En
nuestro mundo acelerado de ruido constante y satisfacciones inmediatas, somos
conscientes de la importancia que tiene para nuestra salud espiritual y física,
el silencio y la conexión con nuestra interioridad?
- ¿Oramos
o meditamos todos los días? ¿Cómo lo hacemos? ¿Ponemos toda la pasión y la
atención requerida?
- Muchas
veces nos olvidamos de que nadie puede dar lo que no tiene: ¿Nos sentimos
amados incondicionalmente por Dios? ¿Tenemos paz y nos sabemos acompañados por
Dios en las dificultades de nuestra vida cotidiana?
María
Auxiliadora, ruega por nosotros.
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