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Viernes 25 de enero - La profecía

Vamos a ver la lectura del evangelio del domingo:

Resultado de imagen de El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad,

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Jesús vivió en una sociedad muy religiosa con unas normas muy estrictas. Cuando Jesús empezó a predicar no vino a dar nuevas normas. Jesús nos habló y nos habla de un Dios que trae la salvación, que nos quiere libres, que quiere que no suframos, que quiere nuestra plena felicidad. Pero no una felicidad basada en lo material, en los caprichos, en los deseos superficiales. Jesús nos habla de un Dios que quiere que seamos plenamente felices amándonos unos a otros, construyendo un mundo mejor para todos.

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¿Conoces gente que esté oprimida? Presa del opresión, del consumismo, de las relaciones tóxicas...
¿Eres plenamente libre? Para elegir, para decidir, para ayudar a los demás...
¿Has pensado alguna vez que el Amor puede hacerte más libre?



Le pedimos a Dios Padre que nos de la fuerza del Espíritu para ser libres en nuestra vida y ayudemos a los demás a ser libres. Se lo pedimos juntos rezando....

Padre nuestro que estás en el cielo...


Viernes 8 de junio:libertad



Buenos días


Os dejo el evangelio del próximo domingo



Lectura del santo Evangelio según san Marcos. [Mc 3, 20-35]

En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.
Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».
El los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».


REFLEXIÓN

Jesús es un hombre radicalmente libre. Lo manifestó paso a paso en su vida.
Pero ser libre sigue siendo una aventura difícil, un camino arriesgado. Significa asumir la responsabilidad de tomar las riendas de la propia vida. Implica asumir también los errores sin buscar excusas, sin echar la culpa a los otros. Eso es difícil. Eso cuesta. 

El Evangelio pone de manifiesto la soberana libertad de Jesús. Para defender su propia opción no tiene miedo a enfrentarse no sólo a la sociedad sino a su propia familia. Se siente libre de los lazos sociales y de los lazos familiares. Hasta tal punto que declara que su familia no es la de la sangre sino la de los que obedecen la voluntad de Dios. 

Hoy el Evangelio nos invita a seguir nuestro camino. Seguir a Jesús no es otra cosa que vivir a fondo nuestra libertad y tomar nuestras decisiones conscientes de que no hay más que una realidad: que todos somos hermanos y hermanas, hijos del mismo Padre. Y asumir la responsabilidad de nuestras acciones que deben orientarse a construir fraternidad y no a destruirla.