Viernes, 19 de enero de 2024.

 

Buenos días.

Para terminar esta semana tan artística os traemos una escultura que el autor se encarga de relacionar con la Palabra de Dios. Porque el arte también ayuda a construirnos como personas de fe.


Pablo Gargallo en 1933 creó esta escultura llamada “El profeta” que está en el Museo Nacional Centro de Arte “Reina Sofía”



Más allá de cuestiones técnicas, lo importante de esta obra es la forma en que se une el exterior con el interior. 

El aire entra a través de la chapa y la llena de luz, construyendo el volumen en negativo. La luz y el aire forman parte de la obra, lo que no se ve es lo que realmente le da fuerza. Ya lo decía el principito: lo esencial es invisible a los ojos. Como en la vida de un profeta, lo importante no es él mismo, sino aquel por quien dice las cosas. El aire y la luz se convierten así en Dios que es quien da fuerza a la acción del profeta y sentido a su palabra.

PALABRA DE DIOS

Consolad, consolad a mi pueblo-dice vuestro Dios-;

hablad al corazón de Jerusalén, gritadle,

que se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen,

pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados».


Una voz grita:

«En el desierto preparadle un camino al Señor;

allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios;

que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen,

que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos

-ha hablado la boca del Señor-«. (Is 40, 1-5)


El profeta Isaías en este cántico se dirige a un pueblo que está en el exilio, han sido deportados. Juan el Buatista se dirigirá con las mismas palabras a aquellos que viven bajo la opresión de Roma y esperan un Mesías. En ambos momentos la situación política es complicada, pero lo importante es confiar en el Señor que es realmente el dueño de la Historia y en Él reside nuestra esperanza y nuestra salvación. Preparad el camino al Señor es dejar un hueco en nuestra vida a Dios en medio de una cultura que lo silencia, es dejar a Dios ser el dueño de nuestra propia vida. 


Como en el caso de la escultura es dejar llenarnos de lo invisible para que nuestra acción y nuestra palabra resuene con más fuerza.

 ¿Estamos dispuestos a ser profetas en medio de un mundo que no quiere oír a Dios?

¿Estamos dispuestos a dejarnos llenar por Dios que es quién da el sentido último a nuestra vida?

Rezamos un Padre Nuestro para que nos ayude a percibir la bondad en las cosas que no se ven.


                                                                            Saray Melero PDC I

No hay comentarios:

Publicar un comentario