Viernes 21 de septiembre: evangelio del domingo

Veamos lo que dice la lectura del domingo del evangelio de Marcos.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»





Los discípulos no fueron santos de golpe. En realidad, nadie en la historia de la Iglesia ha sido un perfecto cristiano desde el principio de sus días. Don Bosco era un poco bruto, San Francisco de Asís un vividor, San Ignacio de Loyola un militar que buscaba gloria y orgullo, San Pablo perseguía y condenaba a los seguidores de Jesús....

A lo largo del camino, Jesús va enseñando a los discípulos. Como cualquier estudiante en cualquier colegio del mundo, los discípulos no lo entienden todo a la primera. A veces, ni a la segunda. Pero Jesús, el buen maestro, no pierde la calma. Y repite la explicación. Eso es lo que se ve en el Evangelio de hoy. Después de haber hecho tanto camino juntos –ya están cerca del final porque Jesús les está ya anunciando su muerte–, los discípulos discuten entre sí quién es el más importante entre ellos. Se ve que no han entendido nada. No importa. Jesús con toda paciencia repite la explicación: “El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

Hoy nosotros seguimos necesitando escuchar esa lección de vez en cuando. Porque en nuestra vida, en nuestras familias, con nuestros amigos, de vez en cuando hay brotes de violencia, de envidia, hay rencores que no nos dejan vivir en paz y que nos amargan la existencia, hay demasiadas aspiraciones a los primeros puestos, a ser importantes. Hoy nos viene bien que Jesús nos repita la lección: “El que quiera ser el primero...”

Dejamos unos minutos para pensar:
¿Tengo rencores, envidias, conflictos, guardados en mi corazón?
¿Qué consecuencias traen para mi vida personal, para mi familia, para mi comunidad? ¿Buenas o malas?
¿Qué sucedería si siguiese de verdad el consejo de Jesús sobre el servicio?
¿Viviría mejor y más feliz?


Buen viernes y buen fin de semana.



Reflexión extraída de CiudadRedonda.org

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