11 de Febrero - Bajo Mis Pies

Buenos Días!

     Tiempo de caminar hacia un nuevo “yo”...por éso vamos a buscar el mejor equipamiento...y que mejor forma que fijarnos en dónde se asienta todo nuestro cuerpo, nuestro ser...nos fijamos en nuestro calzado...

Algunos voluntarios que vayan leyendo cada uno de los calzados....


Están los que van de “estupendos” por la vida y se pasan el día en sandalias, como si estuvieran de vacaciones. Son los que les gusta aparentar de “pies”, de “caminar”, pero no se dan cuenta de que ese tipo de calzado no es el apropiado para las dificultades. Quedan muy monas (las sandalias), te dan un aire de estar todo el día en la playa, pero con las sandalias aguantas muy poquito, a no ser que te niegues a caminar largas distancias. Las sandalias son el símbolo de una vida ligera, light, en la que prima la comodidad sobre el esfuerzo. Esta Cuaresma no podemos “acomodarnos”, sino que tendremos que dejar las sandalias y buscar un calzado mejor. 






(No debes bajar la imagen hasta haber leído el calzado)







Están también los que, aunque dicen querer caminar, lo que en el fondo les gusta es correr por la vida, sin disfrutar de cada uno de los momentos. Son los que se calzan las deportivas en cuanto pueden para cumplir, para acumular distancia, para recorrer el camino lo más rápido posible. Muchos sabemos que, aunque parecen cómodas, este calzado no es el apropiado para las grandes distancias: enseguida se te calientan los pies, por las prisas que llevas, salen ampollas, porque no terminan de adaptarse a nuestros pies. Las deportivas son el símbolo de aquellos que pasan por la vida sin más y dejan pasar la Cuaresma, a toda prisa pensando en las vacaciones de Semana Santa, sin que la Cuaresma les transforme.






(No debes bajar la imagen hasta haber leído el calzado)









En tercer lugar están los que asumen que la Cuaresma es un mero trámite, un paseo. Son los que se ponen las zapatillas “urbanas”, las de un paseíto, las de salir por la noche o las de lucir por la ciudad. Estas zapatillas no sirven ni para ir a la playa (como las sandalias), ni para correr (casi no tienen suela, todas las piedras se clavan), ni para correr grandes distancias, sino lo justito. Simbolizan eso: los que van de justitos por la vida, ni se esfuerzan, y pasan desapercibidos






(No debes bajar la imagen hasta haber leído el calzado)





Pero los hay que deciden caminar con constancia, paso a paso, disfrutando del paisaje, del camino, pero sin pararse. Esos son los que se calzan las botas de trekking, preparadas para afrontar las dificultades, pero también para lo llano. Al principio pueden parecer incómodas (como la Cuaresma), pero después tu pie y la bota se van haciendo uno, de modo que el camino se va haciendo, a pesar de la dureza y la intensidad, cada vez menos complicado. Los que se calzan las botas reconocen sus limitaciones, reconocen que sus pies, solos, no pueden con todo (que son capaces de reconocer en lo escondido su pecado y su error y pedir ayuda). Éstas son las botas que tendremos que ponernos para poder caminar esta Cuaresma....


REFLEXIÓN

Piensa 5 minutos en cuál crees que es en general el calzado que te pones para ir por la vida......para que te sea más fácil , piensa en concreto en esa última situación vivida, difícil, comprometida, que necesita una respuesta de tí..y ve qué te habías calzado....?????

* si alguién quiere comentar algo puede hacerlo

ORACIÓN FINAL ( lee el profesor)
En este tiempo de Cuaresma que comienza te queremos pedir Padre que camines con nosotros, que nos ayudes a andar el camino de este tiempo de conversión con sus diferentes experiencias.

No sabemos muy bien qué nos encontraremos, las dificultades que irán apareciendo en el camino, los buenos momentos que también viviremos. Pero estamos seguros de que en todos los momentos, Tú estarás siempre presente.

Ayúdanos a enfrentarnos con nosotros mismos, a ser valientes y reconocer qué no estamos haciendo bien, danos fuerzas para poder cambiar y elegir el calzado más apto para cada situación.



Buenos Días elaborados por Esther González


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