¡Buenos días!
¿Qué tal chicos? ¿Cómo
van esas recuperaciones? Venga va, que solo es una semana intensa de
estudio pero todo lo que supone un gran esfuerzo cuando se consigue,
¡sabe mejor!
Lo sé. Sé que ahora
todo está lleno de tentaciones. Nos apetece disfrutar de las tardes
(todos nos hemos dado cuenta que duran más), el sol y la luz nos
anima a salir a la calle para ver a los amigos, se acercan las
vacaciones, estamos cansados… pero, atentos, ¡que nos está
tentando el diablo! Os recuerdo que estábamos conociendo las
tentaciones de Jesús en el desierto.
Algunos seguimos todavía
en el intento de ponernos a dieta, ir al gimnasio… pero enero queda
lejos y los propósitos del año nuevo también. Lo que no pasa ni
caduca son las buenas intenciones que tengamos dentro de nosotros
mismos. Muchas veces buscamos la felicidad lejos de donde realmente
está. Si os preguntáramos cosas como: ¿qué necesitarías para ser
feliz?, ¿qué deseo pedirías?, ¿cuál sería tu sueño ideal?...
Apuesto que muchos diríais respuestas tan típicas como: “no tener
que trabajar”, “tener una casa enorme, con jardín y vistas al
mar”, “ser futbolista, actor o cantante famoso”, “poder jugar
a la consola todo el tiempo que quiera”, “tener todo el dinero
del mundo” o “tener una lámpara mágica que me lo cumpla todo”.
¿Me he equivocado? Bien… os invito a que prestéis atención a
este vídeo lleno de tentaciones:
¿Tú
cómo juegas tus cartas? ¿Haces trampas para conseguir el objetivo?
¿Eres fiel a las reglas del juego? ¿Cambias las normas? No importa
lo que has hecho hasta ahora. Importa lo que hagas a partir de este
momento. Has tenido la oportunidad de pensar, confesar y que te sean
perdonados tus errores. La Cuaresma sigue y también las “buenas
tentaciones”. Y si nos cuesta superar las malas, pensad una cosa y
es que cada vez que las podamos vencer, habremos ganado porque habrás
superado un reto, aprendido, crecido… ¡a ser mucho, mucho, mejor!
Acabamos haciendo una
oración entre todos. Para eso no necesitamos mucho. Vamos a nombrar
en voz alta (o al menos lo pensamos) aquellas tentaciones que
queremos vencer. Podemos decir frases cortas, sencillas, (sin
complicarnos), para pedir a Dios que nos de la fuerza necesaria que
tuvo Jesús para vencerlas en el desierto. Decimos algo como…
“Señor,
te pido que me ayudes a… (por ejemplo) ser más paciente con
mi hermano”
¡Buen día a todos!
Buenos Días elaborados por Isabel Mota
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