8 de octubre de 2015: mirar en lo cotidiano

Escucha este cuento popular del Tíbet

Vivía hace tiempo en la montaña un hombre que tenía una estatua, obra de un viejo escultor. La había dejado boca abajo en un rincón de su cabaña, y no se preocupaba de ella para nada.


Pero un día acertó a pasar por allí un hombre que venía de la ciudad. Como era un hombre culto, al ver la estatua, preguntó al dueño si estaba dispuesto a venderla.
El dueño lo tomó a risa y dijo:- Pero ¿quién va a comprar esa piedra sucia y descolorida?
El hombre de la ciudad dijo:- Te doy por ella esta moneda de plata.
Y el otro quedó satisfecho y feliz.
La estatua fue llevada a la ciudad a lomos de un elefante. Después de muchas lunas, el hombre de la montaña bajó a la ciudad. Mientras caminaba por la calle vio que la gente se apelotonaba delante de un edificio, donde un hombre pregonaba a voz en grito:
- ¡Pasen a ver la estatua más bella y maravillosa del mundo! Sólo dos monedas de plata por admirar la obra de arte de un gran maestro escultor.Y el hombre de la montaña pagó dos monedas de plata y entró al museo para ver la estatua que él mismo había vendido por una sola moneda.

El maestro de sabiduría enseña: Con frecuencia despreciamos y no prestamos atención a personas y valores que tenemos diariamente a nuestro lado. Tan sólo los sabemos apreciarlos cuando han desaparecido de nuestro lado.

A veces la rutina no nos hace valorar a las personas que tenemos a nuestro lado. Siempre están ahí, forman parte de nuestra vida y no valoramos su importancia hasta que en alguna ocasión las echamos de menos. A veces nos solemos quejar de los roces de la convivencia, de los problemas.

Piensa por un momento en las personas con las que convives habitualmente. Piensa en lo importantes que son para ti. (3 minutos en silencio)


ORACIÓN

Gracias, Padre, por no hacernos iguales.
Gracias por hacernos distintos
y capaces de compartir
los dones y cualidades que tenemos.

Gracias, Padre,
porque con nuestra originalidad
podemos aportar algo nuevo y único.
Ayúdanos a respetar a los demás,
a saber mirar sus cualidades,
y a compartir la vida
formando entre todos una gran familia.

Gracias, Padre, por nuestra forma de ser
y porque nos has llamado
a realizar una tarea única en el mundo.

Hoy queremos poner
lo mejor de nuestra vida
al servicio de los demás...
Y queremos aprender de todo lo bueno
que tienen nuestros compañeros y compañeras.

Ayúdanos a ser respetuosos y tolerantes;
a amar a las personas tal como son.
Gracias, Padre, por hacernos diferentes.


María Auxiliadora....

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