Martes 3 de abril - Ha resucitado

Del evangelio de Marcos.
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro.
Se decían unas otras: «¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?»
Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande.
Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: «No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.»

Incomprensible. ¿Cómo es posible?. Es difícil de creer, los discípulos no se lo creían, a todo el mundo le cuesta creerlo. Pero, ¿cómo es posible?... No es un hecho puntual que ocurrió y se quedó ahí. La resurrección de Jesús es más que un hecho histórico. Es una experiencia que ha continuado a lo largo de la historia. La experiencia profunda de fe del cristiano es un encuentro con Jesús resucitado. No es algo que nos cuenten y creemos, es algo a experimentar. Pero claro es difícil de describir y de creer.

No se me ocurre ni poner una imagen de las muchas que hay sobre la resurrección, porque son intentos de representar algo que no sabemos como ocurrió. Pero si sabemos que sus seguidores, que se escondían para que no les juzgasen, que renegaban de Él para no ser acusados, que le abandonaron en su peor momento... esos pobrecillos tienen un encuentro especial con Él, y saldrán de sus escondites para proclamar a los cuatro vientos que el Amor de Jesús puede con todo, incluso con la propia muerte.

Cristo resucita para traernos una nueva vida. Una demostración de fuerza del Amor de Dios, capaz de superar el dolor y la muerte. Ojo, superar no es evitar. Que el Amor lucha en la cruz, no evita el dolor, pero es lo que permite superarlo. Que este tiempo de Pascua, 50 días hasta Pentecostés, nos ayude a vivir la vida con esa nueva luz que nos ha traído Jesús.


Aleluya, Aleluya.



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