Viernes 1 de Junio - Sagrado Corazón de Jesús


¡Buenos días!
Os dejamos el evangelio del domingo:
Lectura del santo evangelio según San Marcos
El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
El envió a dos discípulos, diciéndoles:
Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?».
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad, esto es mi cuerpo.
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron.
Y les dijo:
Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.
Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos.


Reflexión:
La fiesta que celebramos este domingo es muy antigua en la Iglesia, y lo que se quiere con ella es realzar la presencia real de Cristo Resucitado en el Sacramento. Hubo, y aún hay, muchas personas que no creen en esa presencia real, pero la Iglesia sigue defendiéndola desde el mismo momento en que se consagra.
Es una fiesta para profundizar cómo es nuestra adhesión a Cristo porque muchos nos quedamos simplemente en  la procesión eucarística o en recibir la comunión en la misa,  y nos olvidamos de que comulgar es común unión, acogida, cercanía a los hermanos más olvidados, los alejados, aquellas personas, familiares o amigos, con los que no nos llevamos bien.
Deberíamos caer en la cuenta que la fracción del Pan es importantísima para la comunidad parroquial, para la iglesia en general, porque junto con la Palabra es el motor de la vida cristiana.
Cuando comemos el Pan no lo hacemos solos, sino que en la Mesa están todos los enfermos, los presos, los ancianos, los niños indefensos, las mujeres maltratadas, las familias monoparentales, los matrimonios, las parejas, en definitiva,  la humanidad.  Y en esta mesa nos unimos a Cristo, por ello deberíamos ser más conscientes de que recibir el Cuerpo de Cristo nos compromete en nuestra cotidianidad, nos lleva a ser coherentes en nuestra forma de vida desterrando el odio, la duda, la ira y todo lo que aparte y denigre al ser humano.
Pedimos el Pan y Él nos lo da, pero nosotros no somos capaces de compartirlo, ¿dónde esta nuestra fe en Cristo Resucitado que se comparte y reparte?
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.


María Auxiliadora... ¡Ruega por nosotros!


Buenos días elaborados por alumnos de 1ºESO

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