Viernes 7 de noviembre.

 ¡Buenos días!

Leemos con atención:

Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre".

¿Alguna vez has sentido que algo importante para ti estaba siendo ignorado o maltratado? Eso es lo que le pasa a Jesús en este pasaje del evangelio.

 

A veces pensamos que Jesús es solo paz y ternura. Pero este pasaje nos muestra que también hay momentos en los que Jesús se enfada y se molesta.

 

Hoy, ¿cuál puede ser para ti ese templo por el que te enfadas si no se respeta? Podría ser:

-¿Tu fe?

-¿Tu cuerpo?

-¿Tu familia?

-¿Tus valores?

-¿Tus amigos?

-¿Tu espacio interior?

 

Jesús no se quedó mirando cómo se perdía el sentido del templo. Y tú, ¿qué haces cuando ves que no se respetan tu templo? ¿o el de otros?

 

El respeto no es indiferencia. Es acción. Es saber decir: esto no está bien. Es saber escuchar. Es saber decir no, o hasta aquí.

 

Y también es mirar dentro de ti. ¿Qué cosas estás dejando que se conviertan en mercado en tu vida?

 

Jesús nos invita a limpiar el templo. A recuperar lo esencial. A vivir con coherencia. A respetar lo que de verdad es importante.

 

Oración final

Señor Jesús,

tú que defendiste con pasión lo sagrado,

ayúdame a reconocer lo valioso en mí y en los demás.

Que no me quede callado ante la injusticia,

ni sea cómplice del desprecio o la burla.

 

Enséñame a respetar con el corazón, a mirar con profundidad,

a actuar con valentía.

 

Que mi vida sea un templo limpio, donde habite tu verdad, tu amor y tu paz.

Y que sepa cuidar también el templo que es cada persona que me rodea.

 

Amén.

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