Martes 21 de octubre. El animal más perfecto del mundo

        ¿Ya has descubierto cuál es esa luz que alumbra en tu interior? Si es así…¡enhorabuena!, a seguir iluminando… y si no… a seguir buscando, porque en cada uno de nosotros hay mucha luz, ¡seguro!

            Tal vez lo que nos pase es que nos esperaríamos otra luz distinta, de otro color, más brillante…como la del amigo o la del vecino, y no valoramos esa que está alumbrando dentro de nosotros, y que es la más valiosa, porque es la nuestra.

Escucha esta historia:

Los animales del bosque se dieron cuenta un día de que ninguno de ellos era el animal perfecto: los pájaros volaban muy bien, pero no nadaban ni escarbaban; la liebre era una estupenda corredora, pero no podía volar ni sabía nadar... Y así todos los demás.  ¿No habría una manera de establecer una academia para mejorar la raza animal?
Dicho y hecho. En la primera clase de carrera, la liebre fue una maravilla, y todos le dieron sobresaliente; pero en la clase de vuelo subieron a la liebre a la rama de un árbol y le dijeron: “¡Vuela, liebre!”. El animal saltó y se estrelló contra el suelo, con tan mala suerte que se rompió dos patas y fracasó también en el examen final de carrera. El pájaro fue
fantástico volando, pero le pidieron que excavara como el topo. Al hacerlo se lastimó las alas y el pico y, en adelante, tampoco pudo volar; con lo que ni aprobó la prueba de excavación ni llegó al aprobadillo en la de vuelo.

Convenzámonos: un pez debe ser pez, un estupendo pez, un magnífico pez, pero no   tiene por qué ser pájaro. Un hombre inteligente debe sacarle punta a su inteligencia y no empeñarse en triunfar en deportes, en mecánica y en arte a la vez. Sólo cuando aprendamos a amar en serio lo que somos, seremos capaces de convertir lo que somos en una maravilla. En ese momento descubriremos cuál es nuestra luz, y alumbraremos de verdad a los demás.



Señor te doy gracias por lo que soy, por lo que tengo. Aunque no me suela dar cuenta de tantas y tantas cosas maravillosas que has puesto en mí. Hoy señor te ofrezco mi trabajo y mi esfuerzo. Porque hoy sí sé que lo que soy y lo que tengo es precioso, es un regalo tuyo, y es luz para iluminar mi vida y la de los demás. Gracias, Señor. Amén.

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